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15 de Abril. 2014.

La Procuración Penitenciaria de la Nación expresó preocupación y reclamó garantías para el normal funcionamiento de la sinagoga del Complejo Penitenciario Federal de la CABA, ante las recientes obras que redujeron su espacio  a la mitad y la absoluta falta de higiene en los sectores aledaños.

En el marco de su continua tarea de monitoreo, a fines del mes de marzo de 2014 la Procuración efectuó una visita a la sinagoga del penal de Villa Devoto, a raíz de las inquietudes recibidas acerca de su estado actual. De tal modo se constató que una reforma practicada en la Unidad Residencial VI redujo a la mitad el espacio antes asignado a la sinagoga del penal. De tal modo, el lugar original quedó transformado en dos pequeñas salas distintas, cada una con su respectiva puerta de ingreso. Del lado izquierdo se mantuvo la sinagoga, notablemente disminuida, y contiguamente se construyó un espacio para alojamiento transitorio (retén) que al momento de la visita, además, presentaba pésimas condiciones de aseo, plagas —cucarachas y otros insectos— y un ambiente insalubre con fuertes olores nauseabundos. El deplorable estado del retén afectaba a la sinagoga y comprometía su misión como espacio de reflexión y oración.

La sinagoga se había inaugurado a finales de mayo de 2006. Fue la primera y única sinagoga dentro de una cárcel Argentina, ubicada en un salón del tercer piso de la Planta VI —actualmente  denominada Unidad Residencial VI— de aproximadamente 30 metros cuadrados y con capacidad para 40 personas sentadas.  Al momento de su creación se colocó en una de sus paredes laterales un arón hakodesh, arca sagrada donde deben guardarse los rollos de la Torá.

El capítulo X de la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad asegura la asistencia espiritual de las personas detenida sobre la base de la libertad de conciencia y religión y garantiza condiciones apropiadas a todos los cultos. El avance sobre la sinagoga a fin de instalar, en cambio, un nuevo lugar de encierro en condición mugrienta e indigna desvirtúa la funcionalidad del espacio de culto y solo puede leerse como un retroceso de cara al reconocimiento de derechos y al respeto que todas las religiones y, en este caso, la religión judía y su comunidad merecen.